Slow Toys, son los juguetes que más favorecen el desarrollo infantil. Pueden pasar de generación en generación promoviendo el juego libre, la imaginación y el desarrollo.
El movimiento Slow Toy está inspirado por el estilo de vida Slow Life (vivir sin prisas) y tiene como objetivo promover el uso de «juguetes reales», aquellos que fomentan la imaginación, el aprendizaje y el papel activo de los niños y niñas en el juego.
Los Slow Toys son juguetes sin pilas, con valores educativos y medioambientales que están fabricados en casi su totalidad con materiales nobles y naturales (como el cartón, el papel, la madera, el fieltro, el corcho, etc.).
Su principal beneficio reside en que al tratarse de juguetes «estáticos», que no disponen de «efectos especiales» tales como luces, sonidos, movimientos mecánicos, etc., no roban el protagonismo de los niños durante el juego.
Que levante la mano quien no se haya llevado una desilusión al ver que su pequeña/o prefiere jugar con la caja antes que con su juguete nuevo, o haya visto como un carísimo juguete se rompe tras media hora de uso, o queda olvidado en un rincón tras solo un par de días de juego.
Esto sucede porque los juguetes que convierten a los niños en espectadores pasivos de sus funciones no son estimulantes, divertidos ni educativos. Es decir: no se ha tenido en cuenta a los niños en su proceso de diseño. Además, para abaratar costes de producción, se emplea plástico en su fabricación haciéndolos bastante endebles.
Los slow toys también cuentan con otros beneficios. Por ejemplo: aunque su fabricación artesanal y sus materias primas elevan un poco más su precio, su mayor resistencia al uso y su atemporalidad los convierte en una buena inversión, ya que son regalos generacionales que van heredando entre hermanos o incluso de padres a hijos.
Thierry Bourret, un distribuidor de juguetes francés, se dio cuenta de todo esto y en 2011 fundó la distribuidora de «juguetes lentos» Asobi. A través de ella, inició una campaña para cambiar la mentalidad de los consumidores de juguetes y de la industria en sí para promocionar juguetes atemporales alejados de modas y licencias comerciales:
"Un juguete lento, como un juego de trenes, realmente dura toda la vida y puede transmitirse de generación en generación. Mi favorito era un scooter azul muy tradicional, hecho de metal. Tengo maravillosos recuerdos de jugar con él y de aventuras interminables. Todavía lo conservo y está en una condición fantástica, ahora se lo he pasado a mi hijo."
El movimiento que defiende este tipo de juguetes, los cataloga según criterios de uso, beneficio, temporalidad y fabricación. También procura divulgarlos entre consumidores y fabricantes para extender su uso y conseguir que las familias reflexionen sobre los criterios de selección de los materiales de juego, su funcionalidad y el tipo de actividad que fomentan.
En la actualidad este movimiento está mayoritariamente arraigado en Reino Unido y Alemania, pero cada vez son más las marcas y fabricantes que defienden sus valores y los divulgan por todo el mundo.
Además, los fabricantes de slow toys suelen ser empresas familiares que transmiten a sus creaciones su propios valores y fomentan la fabricación sostenible. También han conseguido abaratar sus costes de producción con el empleo de materiales y empresas locales.
Los Slow Toys son siempre fieles a los siguientes criterios de selección: